Caída

Por Katsí Yarí Rodríguez Velázquez

La autora se especializa en el estudio de las prácticas profundas de descolonización que emergen del trabajo artístico de mujeres negras.

Hace unos días cayó en mis manos un libro que no buscaba. Para ser honesta, un libro del cual huía: Strength to Love de Martin Luther King Jr. Confieso lo de la caída y la huída porque literalmente fue así. En busca del libro de al lado, Strength to Love salió disparado y en medio de un reflejo para evitar su caída al suelo, mis manos agarraron el libro que no buscaba y que leí con reservas hace años cuando lo compré. Ante esto, me fui en la movie de que alguna sincronicidad habría en dicha relación de sucesos y decidí leer lo que estaba en la página por donde mis manos, evitando su caída al suelo, habían agarrado al libro. “Chapter 5: Loving Your Enemies,” leí en la página. Sin pensarlo dos veces, cerré el libro. Me arrepentí de haber imaginado una sincronicidad y en mi resistencia al Loving your Enemies de la página me escuché decirme “¿Loving Your Enemies? pero si yo todavía estoy en el dilema del Loving My Friends”. Y aunque pensaba que mi relación con esa página había quedado ahí, todavía sigo resistiéndome al Loving Your Enemies y estoy parada en el dilema del Loving My Friends.

Y por eso estás leyendo esto. Porque hay días en que libros le caen a una en las manos como por sorpresa y atando cabos o hilando fino una se acuerda de lo que no ha olvidado, de lo que cuesta y de lo que ha costado crecer en una isla y en un mundo que usa todo su poder para dejarte saber que hay unas vidas que valen más que otras y que hay una relación extremadamente directa entre tener menos, valer menos y lo que se ve en la piel. Y así desde muy pequeña, tus padres, sabiendo y habiendo experimentado la violencia que el mundo le tira encima a las cuerpas negras hacen todo lo que puedan por evitarte el tener menos buscando protegerte del valer menos a través de la educación. Y como consecuencia, poco a poco tus espacios de socialización se van convirtiendo en espacios en el que cada vez menos hay gente que se ve como tú. Y esto no deja de ser alarmante porque, aunque en Puerto Rico se utiliza la variedad de tonalidades perceptibles en los colores de la piel de la población para aparentar la inexistencia de segregación y discriminación, basta con echar una simple vista al abismo existente entre el color que se ve en la piel de los que tienen más y los que tienen menos para que la supuesta inexistencia de segregación y discriminación a razón de la variedad de colores quede invalidada. Y la toma de consciencia de esta realidad media en las relaciones pero aprendes e intentas atesorar a aquellas personas a tu alrededor que se ven como tú y aprendes e intentas relacionarte con las que se ven como los que en estos lares del mundo se dice que valen más, que en la práctica no se ven muy diferente a los que en otras partes del mundo también valen más aunque en esta Isla muchas voces te gritan que no hay razón para que no te sientas tranquila porque aquí no pasan las cosas que pasan allá. Y cuando la negación del racismo es la gramática con la que se desatienden las injusticias sociales como sí pasa acá, los días fluyen con normalidad, pero la normalidad tiene mucho de hacerse de la vista larga o deshacerse de la escucha atenta cuando unx extrañx, unx vecinx, o unx amigx sin distinción del color que se ve en su piel te tira con la violencia pequeñita que carga con el peso monumental de años de negación e invisibilización de lo que no deja de pasar y es demasiado similar a la violencia experimentada en otros  tiempos por tu abuela y tu mamá. Como la violencia del médico que decide hablarte calle y comportarse de manera impropia porque eso es lo que le parece indispensable para que tú lo entiendas o la violencia del guardia de seguridad que al entrar a un condominio te pregunta si tú vas a limpiar, o la violencia del extrañx que al mirarte te habla en inglés y al oírte hablar español te pregunta sorprendidx dónde tú aprendiste a hablar tan bien español o la violencia del empleadx que cuando entras a una tienda se te va detrás, o la violencia del amigx que al contarle alguno de este tipo de experiencias te pregunta pero qué tú hiciste/dijiste para que te dijeran/pasara eso, o la violencia del amadx que al presenciar contiga una de estas escenas, sintiendo la incomodidad del hecho, se queda en silencio. Y la rabia, el dolor, la frustración y la decepción ante la infalible persistencia de ese tipo de experiencias desde muy temprano en la vida tiene repercusiones muy severas al interior de una, y la continuidad de la negación, la inconsciencia o la mirada que otrxs solo pueden dar a veces o a medias hacia las diversas manifestaciones de violencia racista hacen que una no pueda ver a lxs amigxs o que llegue a verlxs como enemigxs y que sea muy fácil perder de perspectiva que más allá de lo que hagan lxs extrañxs, lxs amigxs, o lxs que dejaron de serlo, el verdadero enemigo es el colonialismo racista capitalista heteropatriarcal y el sistema de relaciones de dominación en que nos envuelve a todxs, su manera de tomar nuestrxs cuerpxs y apoderarse de nuestrxs sentidos. O las maneras en que nos separa y nos mantiene luchando contra lxs otrxs en el afuera para alienarnos y usurparnos la perspectiva del adentro, de lo que nos duele profundamente: la falta de mutualidad y reconocimiento.[1] Y eso es lo que la mayor parte de la gente no entiende del racismo. Digo racismo, pero tú sabes que estoy diciendo colonialismo, sexismo, capitalismo porque los has tenido de frente y sabes que siempre vienen juntos. Y juntos se encaraman en los ojos y hacen eso. Que una persona te tenga de frente y no te vea. Más que nada, que no sepa que no te está viendo. Que piense que va por la vida siendo una buena persona que mira lo bueno en otras personas y que no se cuestione el por qué no te puede mirar a ti. Que baste con que abras la boca, muevas una mano, roces con su hombro y entonces tenga que volverse y mirarte. Una devuelve la mirada y descifra lo nuevo, cuando lo hay. Otros días solo puede ver su posibilidad. Verle en potencia. Pero una ve con mayor facilidad la crueldad, la indiferencia, la distancia, y el miedo. Con demasiada facilidad. Y destruye el saberlos tan fácil. Porque esa facilidad se comparte. Y se nos va la vida exigiendo, reclamando, denunciando o esperando por la empatía de aquel al que se mira como extrañx, amigx, enemigx o amadx porque se supone que si el otrx entrara en razón de que soy yo quien tiene la razón, entonces todo en el mundo nos fuera mejor. Pero el racismo no entiende de razones ni depende de opiniones ni siquiera depende de malas intenciones y por eso es indispensable saberlo mirar y nombrar de manera consciente. De lo que la violencia racista anti-negra depende es del cálculo abrumadoramente preciso gestionado y sostenido por el colonialismo racista capitalista heteropatriarcal para hacer todo lo posible por mantener desviviendo en condiciones infrahumanas a aquellxs a quienes les quito su humanidad mediante procesos de racialización que siguen funcionando en maneras actualizadas al día de hoy.  Y por eso no basta decir que el racismo es estructural y es tan crucial nombrarlo como estructural al colonialismo racista capitalista heteropatriarcal para que así podamos entender atrevidamente[2]. Y cuando venga un huracán, un terremoto o un virus que no sabemos cómo controlar rompamos el patrón de mirar a medias responsabilizando solo a la violencia que nos concierne o interesa, y nos arriesguemos a ver cómo el sistema nos afecta y agrede de maneras muy complejas en las que también el racismo asume un papel integral. Porque ya es hora de que sepamos mirar a lo entrañable del racismo para que cuando, como es costumbre, nos pongan en un loop sin fin la muerte negra como un espectáculo insensible de lo que solo pasa afuera sepamos mirar a lo profundo, cercano e íntimo de lo que nos toca aquí ante la persistencia de la violencia racista anti-negra. Sí, el colonialismo racista capitalista heteropatriarcal hace todo lo posible por mantener bajo la asfixia a lxs negrxs y no blancxs, y, queramos verlo o no, nos mantiene bajo un patrón de dominación que poquito a poco nos quita la respiración a todxs.

Y por eso es que escribo esto. Porque hay días en que libros le caen a una en las manos como por sorpresa y atando cabos o hilando fino una por fin atiende a lo que por años ha creído leer cuidadosamente. 

En Discurso sobre el Colonialismo Aimé Césaire nos llama la atención sobre lo que todavía hoy es urgente: la colonización embrutece. Césaire deja esto muy claro puntualizando lo que la colonización hace con nuestras relaciones: “Ningún contacto humano, solo relaciones de dominación y de sumisión…colonización= cosificación”[3]. En la medida en que la colonización aniquila cualquier vínculo humano mediante el patrón de dominación/subordinación bajo el cual nos mantiene, el embrutecimiento que produce se comparte y nos implica a todxs. Porque la vida es entre. 

Lo catastrófico del colonialismo racista capitalista heteropatriarcal es el distanciamiento que establece entre nosotrxs.

Lo catastrófico es el condicionamiento que limita nuestra capacidad para relacionarnos manteniéndonos en una gran ignorancia en torno a la complejidad de lo que implica estar vinculadxs.

Con cada nuevo momento de incertidumbre, la vida nos lo deja claro y seguimos negándonos a verlo. No solo es que tengamos que buscar nuevas maneras de relacionarnos es que tenemos que aceptar que no lo hemos sabido hacer porque la dominación, que es la base de nuestro patrón de relacionamiento, no produce conexión ni interacción, la dominación sólo produce control. Y para mantener el control hay que estar desvinculadxs. El condicionamiento del colonialismo racista capitalista heteropatriarcal nos desvincula a través de la negación. Ser civilizadxs implica desconectarnxs de lo que sentimos, negándolo. Lo imperativo bajo este sistema es entrar en razón, tener la razón, y hacer entrar en razón a aquellx que se da por sentado que no la tiene. Por eso nos cuesta tanto la diferencia. Al no estar atentxs al patrón de dominación que nos condiciona, percibimos la diferencia como un sin sentido con el que no podemos bregar y procedemos a invalidar sin pausa y sin compasión.

Regreso al dilema en el que sigo parada: ¿Loving Your Enemies? pero, how do I even love my friends cuando basta con lo que se activa en mí en medio de una reacción ante un desencuentro para dejar de ver a un amigx y solo poder ver un nuevo enemigx sobre quien antagonizar ante la diferencia y así negarme a verla en mí.

Lo catastrófico es que todxs tenemos la capacidad de hacernos daño y dañar al otrx y nos negamos a verlo.

¿Cómo dejamos de poner la atención en el otrx y nos hacemos conscientes del mecanismo que nos mantiene corriendo de nosotrxs mismxs y negándonos al otrx que no siente como yo?, ¿cómo soltamos la necesidad de tener la razón para poder darle cuerpa a vínculos que no estén organizados por la dominación y la deshonestidad de la negación?, ¿cómo hacerlo más allá de la palabra o la teoría o el ideal para acercarnos en medio de tanto desencuentro?, ¿cómo nos hacemos cargo de nosotrxs para poder dar espacio a la reacción del otrx?[4]

No parece fácil encontrar respuesta o tal vez lo difícil sea lo urgente de su simpleza: habrá que caer en cuerpa. Y habrá que dejarse caer.

[1] Frantz Fanon, Piel Negra Máscaras Blancas, 181.

[2] Aimé Césaire, Discurso sobre el Colonialismo, 14.

[3] Aimé Césaire, Discurso sobre el Colonialismo, 20.

[4] Esta serie de cuestionamientos forman parte de reflexiones desarrolladas en torno al reto del sostenimiento y formulación de relaciones en los siguientes textos: Inteligencia Planetaria (2012) de Eugenio Carutti, Poética de la Relación (1990) de Edouard Glissant, Radical Acceptance: Embracing Your Life with the Heart of a Buddha (2004) de Tara Brach y los ensayos “The Uses of Anger: Women Responding to Racism” y “Eye to Eye: Black Women, Hatred and Anger” de Audre Lorde presentes en su libro Sister Outsider (1984).

Referencias

Césaire, Aimé. 2006. Discurso sobre el Colonialismo. Madrid: Akal.

Fanon, Frantz. 2009. Piel Negra, Máscaras Blancas. Madrid: Akal.

King, Martin L. 2010. Strength to Love. Minneapolis: Fortress Press.